Es admirable como ciertas generaciones de ecuatorianos en épocas de elecciones sufren de amnesia política y otros que se olvidan de que el papel aguanta todo y esperan con ansias leer un mamotreto de ilusiones para decidir su voto; en fin, Yo de maneral frontal y sin titubeos reitero que mi voto será para DNA.
Mientras en el Ecuador se pretende continuar con la obsoleta idea de insistir con el mismo concepto del manejo tradicional, las mismas semillas, y queriendo revivir conceptos improductivos a la nueva era, se olvidan de que todo fue ya publicado desde el 37avo periodo de sesiones de la conferencia Regional de la FAO para América latina y El Caribe, en la cual el ministro de Agricultura del Ecuador actuó como representante Regional de la FAO.
Reunión celebrada desde el 28/03/2022 – 01/04/2022 donde participaron más de 33 países representados con sus respectivos ministros de agricultura en la cual se concluyó por unanimidad de que todos los países debemos encaminarnos hacia sistemas agroalimentario más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.
Ahora bien, el problema nace cuando muchos no entienden y no interpretan a profundidad el orden de las cosas, al no desglosar el verdadero significado del primer concepto: EFICIENTES; y lo pasan por alto lo primero, y se enfocan en inclusivos, resilientes y sostenibles. Pues bien, sin volvernos más eficientes, no podemos ser inclusivos, resilientes y peor sostenibles con éxito.
En cambio, en otros países están concentrados en volverse más eficientes y no pierden el tiempo.
En todo el planeta, el trigo representa el 20 por ciento de las calorías totales de la humanidad en todo el mundo, pero el cultivo enfrenta una variedad de amenazas por el cambio climático y enfermedades generalizadas. Un nuevo estudio genómico, que analizó 827 variedades de trigo recolectadas hace casi un siglo, descubrió una “mina de oro” de diversidad genética que podría ayudar a salvaguardar el cultivo en el futuro.
Las técnicas de mejoramiento selectivo (LEASE INTELIGENTE) podrían crear cepas resistentes a enfermedades como el brusone del trigo (Piricularia) o tizón del trigo, enfermedad fungosa desbastadora que se propaga a través de semillas infectadas, residuos vegetales y esporas que viajan por el aire a grandes distancias temida en la producción del trigo. Análogamente y al mismo tiempo, producir cultivos que requieren menos fertilizante nitrogenado, un gran productor de gases de efecto invernadero.
El Centro John Innes, ubicado en Norwich, en el Reino Unido, se especializa en la genética y microbiología de todo tipo de especies de plantas, pero tiene la distinción única de contener la mayor colección de muestras de trigo de todo el mundo. Hace casi un siglo, el científico británico Arthur Watkins, descrito como un botánico “tranquilo y tímido” que fue pionero en el mundo de la genética vegetal, recogió lentamente muestras de trigo de 32 países tanto dentro como fuera del Imperio Británico.
Pero en el siglo XXI, a medida que la población humana continúa aumentando y los cultivos se enfrentan a una presión sin precedentes por el aumento de las temperaturas, la obstinada determinación de Watkins de recolectar estas muestras de trigo panificable podría muy bien alimentar a la humanidad en el futuro.
Al menos esa es la conclusión de un nuevo estudio internacional, realizado por científicos del Centro John Innes y el Instituto de Genómica Agrícola en Shenzhen, China. Al secuenciar completamente las 827 variedades que se encuentran en la colección Watkins Landrace (también conocida como heritage), los investigadores determinaron que el trigo moderno mostraba solo el 40 por ciento de la diversidad que se encuentra en la colección. Los resultados del estudio se publicaron a mediados de junio en la revista Nature.
Este aumento de la diversidad genética podría ayudar a los científicos a desarrollar cepas de trigo que sean más resistentes a las presiones climáticas y también a enfermedades como el brusone del trigo, una enfermedad fúngica de acción rápida.
“Este 60 por ciento faltante descubierto en este estudio está lleno de genes beneficiosos que necesitamos para alimentar a las personas de manera sostenible”, dijo Simon Griffiths, del Centro John Innes, coautor del estudio, en un comunicado de prensa. “Hemos descubierto que las variedades criollas de Watkins están repletas de variaciones útiles que simplemente están ausentes en el trigo moderno, y es imperativo implementar esto en el mejoramiento moderno”. Según los investigadores, la Colección de Razas Autóctonas de Watkins proporciona una “instantánea” del trigo cultivado antes de los albores del fitomejoramiento sistemático. Esto demuestra que de los siete grupos ancestrales que se encuentran dentro de la colección, solo dos se utilizan en el fitomejoramiento moderno.
Un ejemplo de cómo esta diversidad recién descubierta puede ayudar al cultivo de plantas es proporcionar una mayor resistencia a enfermedades fúngicas como el brusone del trigo, que generalmente afecta a los cultivos en áreas húmedas y subtropicales. Después de analizar de manera similar la colección de Watkins, los científicos del Centro John Innes descubrieron en un estudio separado que un gen ubicado en el cromosoma 2a proporciona resistencia efectiva al mildiú polvoriento (una enfermedad que se encuentra en climas más septentrionales), así como al brusone del trigo.
Estos hallazgos también podrían crear cepas que ayuden a combatir el cambio climático mediante el desarrollo de trigo que requiera menos fertilizante nitrogenado, que es un gran productor de gases de efecto invernadero. El equipo espera encontrar más resistencias y atajos de sostenibilidad al poner sus datos a disposición de todos a través del Portal Mundial de Genómica de Trigo para el Mejoramiento de Watkins.
En conclusión, Ecuador tiene que dar un salto hacia los avances modernos de la ciencia biogenética agropecuaria, que nos permita en todos nuestros cultivos que constituyen la canasta familiar y en nuestros exportables, manipular de manera directa el material genético para alcanzar las resistencias a tantas enfermedades y plagas y solo entonces podríamos implementar con fuerza programas agroalimentarios inclusivos, resilientes y sostenibles y así, andar a par y paso de la nueva era moderna de la ciencia y la tecnología.
Debemos esperar que en este gobierno se inicien los esfuerzos necesarios para alcanzar mejores metas, salvaguardando innumerables cultivos inmensamente importante, que proporcionan al país componentes esenciales de nuestra canasta alimentaria y el importante segmento exportable que nos genera riqueza y paz social y económica.
Ing. Pedro Alava Gonzalez. M.Sc.